martes, 3 de julio de 2018

La vida es bella


                                La vida es bella  (1998)



                             


Día 7...

Vaya por delante que Roberto Benigni no me cae nada bien. Antes de "La vida es bella" no comprendía cómo películas tan aburridas como las que hacía en Italia tenían tanto éxito de taquilla (batían récords de espectadores en aquel país) y después del revuelo que provocó ésta, tampoco me ha gustado ninguna de sus siguientes obras.

Pero al César lo que es del César y "La vida es bella" es una de esas películas que, al menos una vez en la vida, deben visionarse.



                              Roberto Benigni: la exageración y el exceso, en persona


Todo un canto a la vida, al amor, a la fantasía necesaria para esconder la horrible realidad, y sobre todo, a la relación paternofilial (de hecho, la peli se basa en la vida real del propio padre de Benigni, que pasó tres años en un campo de concentración), bañada de un encanto especial, con un director en estado de gracia (nunca más estará tan brillante como aquí) y una banda sonora que acompaña muy acertadamente a la trama.




                  La banda sonora de Piovani plasma el triunfo de la vida sobre la tragedia


Benigni sigue los pasos de su maestro Chaplin (como homenaje, su Guido tiene como número de preso en su uniforme el mismo que tenía el barbero de Chaplin en "El gran dictador") y mezcla una primera parte donde prima la comedia y el romance (impagable cómo enamora a Nicoletta Braschi, aunque partía con ventaja al ser su esposa en la vida real) con una segunda en la que la tragedia se impone (ver destino final del personaje principal) aunque suavizada por Benigni con escenas como la que tenéis aquí abajo.




                                      Ni Indiana Jones se atrevió a burlarse así de los nazis...

Ganadora de numerosos premios, destacan los 3 Óscars que consiguió, Mejor Película Extranjera, Mejor Banda Sonora y, lo más llamativo, Mejor Actor, batiendo nada menos que al Tom Hanks de "Salvar al soldado Ryan". Sin menospreciar, pero en su momento me pareció uno de los mayores "robos" de estos premios, pues reconozcámoslo, Benigni compone un gran personaje pero convengamos también que no se trata de una interpretación, ya que Benigni hace del propio Benigni (vamos, sería para nosotros como si Dani Rovira ganara un Óscar)


Para demostrar esto me remito a la propia entrega del premio, en la que un histriónico Benigni, como haría el propio Guido, atravesó el teatro saltando por encima de las butacas y pisoteando el hombro del mismísimo Spielberg. Y para remate, un discurso surrealista hablado en un inglés que, en comparación, convertiría a Pedro Almodóvar en todo un Shakespeare.



                                        Benigni recoge su Oscar al Mejor Actor a su manera...


Varias escenas se podrían seleccionar de este film, desde las locuras iniciales con la llave, la burla al régimen mussoliniano, los "Buenos días, princesa", la "prohibición" de la entrada a arañas y visigodos o el emotivo final, pero me quedo finalmente con ésta, por resumir magníficamente el espíritu de la pelicula en menos de tres minutos.
Esperemos que Benigni recupere el pulso cinematográfico aunque sus obras posteriores a "La vida es bella", como "Pinocho" o "El tigre y la nieve", apunten a lo contrario.



                                                       Venga Benigni Jr, di lo tuyo...

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